Amistad con Dios

Centro Ignaciano de Reflexión y Espiritualidad


“Sostengo que Dios, por la abundancia de la vida relacional divina, no por ninguna necesidad de nosotros, desea que los humanos existan por el bien de la amistad. Esta tesis puede sonar extraña, porque va en contra de muchas enseñanzas acerca de Dios. Para ser honesto, yo mismo lo cuestioné cuando comencé a pensarlo. Pero a lo largo de los años, a medida que mi propia relación con Dios se ha profundizado y he escuchado a la gente hablar sobre cómo Dios se relaciona con ellos, me he convencido de que la mejor analogía para la relación que Dios quiere con nosotros es la amistad”.

William A. Barry, SJ

 

¿Qué significa para mi vida que Dios quiera ser mi amigo? ¿Por qué Dios, el Creador del universo, el Dador de todas las cosas, querría tener una relación conmigo? ¿Qué puedo ofrecer a Dios en el ámbito de la amistad?

 

Hay muchos tipos de amistades en mi vida:

- Los amigos que pueden sentarse conmigo y sostener todo lo que sucede en mi vida.

- Los amigos que pueden sentarse en silencio conmigo mientras saboreamos nuestro tiempo juntos.

- Los que ríen a carcajadas conmigo y celebran la abundancia de la vida

- Los que están presentes en los momentos difíciles.

- Las que forman parte de mi día a día y me apoyan

 

Todos estos amigos me ofrecen una parte de sí mismos y, al hacerlo, experimento lo que es ser amado por otro. Yo también ofrezco varios tipos de amistades a hombres y mujeres en mi vida. Al estar allí como amigo, los ayudo a experimentar lo que es ser amado por otro.

 

Dios ofrece una relación que abarca todos estos diferentes tipos de amistades. En cierto sentido, Dios es la totalidad de todos mis amigos humanos en uno. Dios se sienta conmigo en silencio, se regocija conmigo, ríe conmigo, celebra conmigo, me apoya en los momentos difíciles y camina conmigo en mi día a día. Todas estas formas en que Dios está presente profundizan mi comprensión del amor de Dios por mí.

 

Sin embargo, ¿qué puedo ofrecerle a Dios? Ofrezco mi presencia a Dios. Ofrezco mi respuesta a la totalidad del amor de Dios. Ofrezco mi amor a Dios mientras río, celebro, lloro y comparto lo más profundo de mi corazón con Dios. Ofrezco mis dones y talentos a Dios. En este mutuo dar y recibir unos de otros, desarrollamos una profunda amistad entre nosotros.

 

En el encuentro con la Palabra, podemos profundizar desde la amistad con Dios en Juan 15,12-17.

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