Centro Ignaciano de Reflexión y Ejercicios
No es un tiempo triste, en el que los creyentes nos mortificamos a través de prácticas sin sentido. El ayuno, la limosna y la oración son una ayuda para recorrer estos cuarenta días como un camino interior que nos lleva a la plenitud de sentirnos amados por un Dios que apuesta por el ser humano. Por eso, Cuaresma es sinónimo de transformación, de seguir la invitación de Jesús a Nicodemo, para nacer de nuevo en el Espíritu.
Te invitamos a que este tiempo de Cuaresma viva, comprenda y madure el seguimiento de Jesucristo vivo, para ello unas pistas de ayuda, pueden ser:
1. La Cuaresma es DESIERTO. Es sequedad, soledad, ayuno, austeridad, rigor, esfuerzo, penitencia, peligro, tentación.
2. La Cuaresma es PERDÓN. Las historias bíblicas de Jonás en Nínive y la parábola del hijo pródigo, son ejemplos de ello.
3. La Cuaresma es ENCUENTRO, es abrazo de reconciliación como en la parábola del hijo pródigo o en la conversión de Zaqueo o en el diálogo de Jesucristo con la mujer adúltera.
4. La Cuaresma es LUZ, como se pone en evidencia, por ejemplo, con el evangelio del ciego de nacimiento. Es el tránsito de las tinieblas a la luz. Jesucristo es la luz del mundo.
5. La Cuaresma es SALUD, símbolo manifestado en textos como la curación del paralítico o la sanación del criado del centurión.
6. La Cuaresma es AGUA. Es el tránsito de la sed de nuestra insatisfacción al agua viva, el agua de Moisés al pueblo de Israel en el desierto o de Jesús a la mujer samaritana.
7. La Cuaresma es superación victoriosa de las pruebas y dificultades. Es LIBERACIÓN, TRIUNFO. Algunas figuras bíblicas, que sufren graves peligros y vencen en la prueba, son José hijo de Jacob, la casta Susana, Ester, el profeta Jeremías y, sobre todo, Jesús, tentado y transfigurado.
8. La Cuaresma es CRUZ. Signo y presencia permanente durante todo este tiempo. Prefigurada en el Antiguo Testamento y patentizada con el ejemplo de Jesucristo, y la que estamos llamados a cargar, como condición para el seguimiento del Señor.
9. La Cuaresma es TRANSFIGURACIÓN. Es la luz definitiva del camino cuaresmal, preanunciada y pregustada en la escena de la transfiguración de Jesús. “Por la cruz a la luz”.
10. La Cuaresma es el esfuerzo por retirar el fermento viejo e incorporar la LEVADURA NUEVA de la Pascua resucitada y resucitadora, ahora y para siempre. Una clave para cada día es preguntarnos ¿qué quieres, Señor, hoy de mí? ¿Cómo puedo servir a los demás?
En esta Cuaresma el papa Francisco nos invita a…
La Cuaresma es un tiempo favorable para la renovación personal y comunitaria que nos conduce hacia la Pascua de Jesucristo muerto y resucitado. Para nuestro camino cuaresmal de 2022 nos hará bien reflexionar sobre la exhortación de san Pablo a los gálatas: «No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad (kairós), hagamos el bien a todos» (Ga 6,9-10a).
1. Siembra y cosecha
La Cuaresma es un tiempo favorable, pero también lo es toda nuestra existencia terrena, de la cual, Cuaresma es de alguna manera una imagen. Con demasiada frecuencia prevalecen en nuestra vida la avidez y la soberbia, el deseo de tener, de acumular y de consumir, como muestra la parábola evangélica del hombre necio, que consideraba que su vida era segura y feliz porque había acumulado una gran cosecha en sus graneros (cf. Lc 12,16-21). Cuaresma invita a la conversión, a cambiar de mentalidad, para que la verdad y la belleza de nuestra vida no radiquen tanto en el poseer cuanto en el dar, no estén tanto en el acumular cuanto en sembrar el bien y compartir.
2. No nos cansemos de hacer el bien (Gal 6,6-9)
Frente a la amarga desilusión por tantos sueños rotos, frente a la preocupación por los retos que nos conciernen, frente al desaliento por la pobreza de nuestros medios, tenemos la tentación de encerrarnos en el propio egoísmo individualista y refugiarnos en la indiferencia ante el sufrimiento de los demás.
No nos cansemos de orar. Jesús nos ha enseñado que es necesario «orar siempre sin desanimarse» ( Lc 18,1). Necesitamos orar porque necesitamos a Dios. Pensar que nos bastamos a nosotros mismos es una ilusión peligrosa. Con la pandemia hemos palpado nuestra fragilidad personal y social. Que la Cuaresma nos permita ahora experimentar el consuelo de la fe en Dios, sin el cual no podemos tener estabilidad (cf. Is 7,9). Nadie se salva solo, porque estamos todos en la misma barca en medio de las tempestades de la historia
No nos cansemos de extirpar el mal de nuestra vida. Que el ayuno corporal que la Iglesia nos pide en Cuaresma fortalezca nuestro espíritu para la lucha contra el pecado. La Cuaresma es un tiempo propicio para contrarrestar estas insidias y cultivar, en cambio, una comunicación humana más integral (cf. ibíd., 43) hecha de «encuentros reales» ( ibíd., 50), cara a cara.
No nos cansemos de hacer el bien en la caridad activa hacia el prójimo. Durante esta Cuaresma practiquemos la limosna, dando con alegría (cf. 2 Co 9,7). La Cuaresma es un tiempo propicio para buscar –y no evitar– a quien está necesitado; para llamar –y no ignorar– a quien desea ser escuchado y recibir una buena palabra; para visitar –y no abandonar– a quien sufre la soledad. Pongamos en práctica el llamado a hacer el bien a todos, tomándonos tiempo para amar a los más pequeños e indefensos, a los abandonados y despreciados, a quienes son discriminados y marginados (cf. Carta enc. Fratelli tutti, 193).
3. Si no desfallecemos, a su tiempo cosecharemos
La Cuaresma nos recuerda cada año que «el bien, como también el amor, la justicia y la solidaridad, no se alcanzan de una vez para siempre; han de ser conquistados cada día» (ibíd., 11). Por tanto, pidamos a Dios la paciente constancia del agricultor (cf. St 5,7) para no desistir en hacer el bien, un paso tras otro.
En este tiempo de conversión, apoyándonos en la gracia de Dios y en la comunión de la Iglesia, no nos cansemos de sembrar el bien. El ayuno prepara el terreno, la oración riega, la caridad fecunda…
Manos a la obra…
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