Centro Ignaciano de Reflexión y Ejercicios
La Espiritualidad Ignaciana anima a darnos cuenta y sentir y gustar lo que está justo frente a nosotros. Esa es una de las cosas atractivas por la toma de conciencia que plantea como importante para la vida del creyente. Ignacio escribió acerca de encontrar a Dios en todas las cosas; esencialmente, invita a ver la vida cotidiana con nuevos ojos. No tenemos que inventar nuevas formas complicadas y elegantes para descubrir a Dios en nuestras rutinas diarias; la Espiritualidad Ignaciana puede ser una ayuda a reconocer cómo Dios está allí, todo el tiempo, y ser más conscientes de su presencia silente.
La vida ya está tan llena de compromisos y afanes, parece imposible agregar una cosa más a la agenda diaria del vivir… pero no se preocupe, a cada día le basta su afán; la Espiritualidad Ignaciana encaja perfectamente incluso en la rutina más ocupada.
En el examen de conciencia hay una invitación a darse cuenta de lo vivido en el día actual, para volver a pasar por el corazón al reconocer la presencia constante y dinámica de Dios.
Si tuviera que preguntar: “nombra tres cosas hoy que me hicieron feliz”, ¿qué diría? si tuviera que preguntar: “nombra tres pequeñas cosas hoy que te hicieron feliz”, ¿qué dirías?
Cualquiera de las preguntas es suficiente para detener la marcha y mirar más en profundidad, es el hacerse consciente de la vida y desenredar el barullo del vivir. Ya sea que lo haga sobre la mesa o en el automóvil camino a casa al regreso del trabajo o del estudio... siempre es revelador mirar en detalle… porque lo pequeño es una semilla que puede alentarnos a creer, pensar, ver más allá de las cosas más obvias (amigos, salud, hogar) y notar las cosas más pequeñas –los detalles de la visita de Dios– que a menudo no registramos en el momento. El amigo que compartió… el olor fresco que viene después de la lluvia… el perro que vi al caminar, es fácil olvidar estas cosas a menos que tengamos una razón para recordar. Estas preguntas dan una razón, nos invitan a mirar en profundidad para sentir y gustar, revisar nuestras experiencias y reconocer que incluso en los días más difíciles, las huellas digitales de Dios están en todas partes.
Todas las noches, antes de conciliar el sueño, mirar más una cosa, un detalle, una palabra, una persona que amamos, una experiencia que oxigena, una cualidad que se cultiva... es una excelente manera de terminar el día con una nota de reconocimiento. A menudo se inspira en las experiencias del día y abrir las puertas del corazón al agradecimiento simple, sencillo y atento… para expresar la frescura del vivir en medio del tumulto embravecido del cotidiano.
Es muy básico terminar el día reconociendo lo bueno. Incluso si ha habido tensión o frustración en las horas antes de acostarse, verbalizar algo que amas de una persona es una manera simple pero significativa de volver a conectar.
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