El santo que eligió la alegría…

Centro Ignaciano de Reflexión y Ejercicios


 

Al principio de la conversión, cuentan que fuiste muy tentado de la risa y que venciste ese exceso natural con ’puras disciplinas’, extraño método que debió conseguir sólo medianos resultados, pues muchos años después, un extraño personaje, que nadie sabe de dónde pudo lograr información sobre ti, te describía como ‘un pequeño españolito, un poco cojo, que tiene los ojos alegres’.

 

Ignacio de Loyola con su caminar gracioso, con su búsqueda incansable de Dios y, de igual manera, en esa forma del gusto por la oración y la familiaridad con Dios hace pensar que su sentir y gustar propio estaba marcado por la alegría y la consolación.

 

En este camino de Ignacio, más allá de las dificultades vividas, con su manera de pensar, actuar se percibe que Dios era lo primero y a ello sometía todo su ser; de tal manera que, liberado de su egoísmo y de sus afectos desordenados, estuvo abierto siempre a Dios y en búsqueda del querer divino.

 

Si queremos profundizar en el camino espiritual ignaciano, la importancia de seguir las enseñanzas del maestro, que no fue profesor, ayuda bastante para cuestionar y recuperar la mirada de otra manera. En esta vida nueva que ahora retomamos… Tener presente:

 

1.  VOLVER a la escuela de las cosas simples. Vivimos con mucha dispersión, prisa, complicación, multiplicidad, eficacia, pero ¿estamos en lo que unifica, da alegría al corazón? No el mucho saber, hacer… harta y satisface. Volver a lo que unifica, lo que llena de sentido y gusto por la vida.

 

2.  Aprender. Ignacio siempre fue principiante, jamás se creyó poseedor de la verdad o satisfecho de sus logros. Él se puso en camino para poder ayudar mejor, madurar en la capacidad de escucha y acompañamiento, se abajó de su deseo de ganar honra y de la soberbia de estar por encima de otros y se enfocó en el Magis del servicio, descubriendo en lo simple y sencillo el asombro y la fascinación del infinito, porque Dios desea dárseme.

 

3.  La grandeza de la Palabra. Ignacio mantenía una comunicación fluida con sus hermanos a través de las cartas. Escucha atenta para acompañar a los amigos como lo hizo con Fabro y Javier. No escribía con una fluidez de literato, pero sí con palabras que orientan y cuestionan el camino. Hoy se hace importante recuperar la Palabra única, de verdad en la vida, de tal forma que sea algo novedoso y original del Único Dios. ¿Cuál es tu palabra?.

 

4.  Presencia cálida. Ignacio se planteó qué es lo que Dios quiere y ante esa situación fue un buscador, un peregrino, siempre en camino; la respuesta fue la facilidad para encontrar a Dios en todo lo que hacía. Hoy, en medio de tanta prisa, afán, estrés, cansancio descubrir una actitud continua de agradecimiento por lo cotidiano para aprender a vivir. El aprendizaje saber estar presente en lo que estamos, hacemos. El deseo de ayudar sea para vivir aprendiendo a estar presentes y quizá responder: Aquí estoy.

 

5.  Arriesgar. Ignacio al ponerse en camino no sabía a donde iba, pero sí quién le acompañaba y el deseo de tener a Dios por refugio. En la espiritualidad ignaciana, que muchos tenemos tan domesticada, hace falta aprender del Peregrino con su propuesta, no tener nada asegurado, perder el afán de control, no perder las fuerzas en lo que no ayuda y estar ante el asombro por la pregunta de la novedad, ¿qué es esta vida que ahora comenzamos?

 

6.  Mayor humanidad. El deseo de ayudar a los demás, un esfuerzo real por salir del propio amor, querer e interés, fue realizándose poco a poco, desde su ego vanidoso a una apertura al mundo. Lo anterior hizo que el amor se mostrara por las obras y no en la vaciedad de palabras. La experiencia de la vida de Ignacio le llevó a realizar siempre procesos de ser creatura nueva y barro dócil en manos de Dios.

 

7.   Amar y servir. Contemplación para alcanzar amor tarea de examen continuo y entrega sin límites, producto de una devoción con lo que es en realidad para Ignacio ello; así como esa familiaridad con Dios en todo, que lo llenó siempre de alegría.

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