Centro Ignaciano de Reflexión y Ejercicios
Llamamos Ejercicios Espirituales toda actividad interna y externa que ayuda a las personas a conocer las propias resistencias, dificultades y "afectos desordenados" que existe en nuestra vida: egoísmo, rencor, envidia, deseos de aparentar, considerarme mejor que los otros, vivir "autocentrado", es decir pensando sólo en mí y en mis problemas, vivir una vida sin sentido... para que después de conocerlas muy bien y "ordenar la vida" podamos estar unidos con Dios, viviendo como cristianos verdaderos realizando su voluntad.
En los "Ejercicios" debo descubrir las actitudes, las maneras de ser o de comportarme que en mi vida no me ayudan a relacionarme bien con Dios, conmigo mismo y con mi familia, mi trabajo y mi comunidad; y las actitudes que proceden del Espíritu de Jesús y me ayudan para "buscar y hallar la voluntad de Dios", es decir, comportarnos como persona madura en la fe y en la vida.
Comparar los Ejercicios Espirituales con algún ejercicio físico ayuda a comprender que así como para lo físico hay que prepararse, aceptando el mejor método de hacerlo, también los Ejercicios Espirituales tienen su método, su preparación, su dinámica y su modo propio de entrar en el proceso. Los Ejercicios por tanto requieren de paciencia y esfuerzo -cosa impensable en este momento de la historia-
Los ejercicios espirituales nacen de la experiencia personal de Ignacio de Loyola, peregrino en búsqueda de la voluntad de Dios. El puso por escrito algunas cosas que le habían ayudado personalmente, y que podían ayudar a otros. Son un libro escrito conciso y escueto, dirigido a quien los da, son como un manual de instrucciones con método y pedagogía. Su historia -cinco siglos- de un modo de ayudar al encuentro con Dios en la propia vida. los ejercicios acaban siendo una experiencia que marca un antes y un después en quien los hace.
Los Ejercicios Espirituales son un constante diálogo, encuentro, compañía con Dios. Somos nosotros quienes hacemos los Ejercicios, pero es el Espíritu de Jesús el actor principal:
- Porque es él quien me mueve, me inspira constantemente y cuestiona mi vida.
- Es el Espíritu de Jesús el que me sugiere que puedo mejorar y vivir una vida diferente.
- El Espíritu de Jesús anima a conocer el proyecto que Dios tiene para mi vida, y cómo puedo vivirlo.
- La actitud de escucha, para sentir y gustar a través de la oración, para que en apertura y docilidad a Dios pueda buscar y hallar lo que él me pueda decir.
Los Ejercicios Espirituales son un "camino de libertad" para transformarnos, para que seamos de verdad hijos de Dios, hermanos de todos y servidores de la Vida. Intentan liberarme de todo lo que me ata, lo que no me permite desarrollar la felicidad que Dios quiere para mí y para mi prójimo.
Hacer los Ejercicios Espirituales es comenzar a encontrar a Dios en todas las cosas y en todas las personas:
- no sólo en el templo o en la oración, o cuando leemos o escuchamos la Palabra de Dios,
- sino también cuando conversamos con otros,
- cuando ayudamos a los demás, cuando nos solidarizamos o luchamos por la justicia,
- cuando hacemos los oficios de la casa o realizamos nuestro trabajo profesional.
Es aprender a amar y a usar de todas las cosas según el Proyecto Dios.
Los Ejercicios Espirituales son para gente capaz arriesgar en un mundo donde todo se tiene bajo control y del poder del yo; así mismo, el coraje de emprender y comprometer con una apuesta existencial de mucho peso. Son para personas con sed de conversión profunda porque saben que necesitan algo más y distinto, porque les mueve una sed y hambre insaciables de lo que Jesucristo promete. No son para cristianos conformistas, de simples compromisos éticos y movilizaciones emotivas.
Los Ejercicios son barro moldeable, tejido por hacer, costura por terminar; se acomodan a quien los hace, a lo que busca y necesita. Los ejercicios poseen modalidades: en retiro o en la vida diaria, con acompañamiento personal o grupal, ahora online o presencial. Los procesos de los mismos son de distinta duración desde unos días hasta un mes en silencio, o de varios años en la vida cotidiana. Este camino requiere tiempo diario para la oración personal, que alimente la relación-compañía-encuentro con Dios, así como la ayuda de orientaciones que brinda la persona que los da.
Texto Bíblico:
Eclesiástico 24, 19-22 quien gusta la sabiduría divina no puede abandonarla
Juan 4,13-14: el agua que doy … manantial de vida…
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