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Orar… impulso del corazón.

Centro Ignaciano de Reflexión y Ejercicios


 

La oración es ante todo un Don, un regalo: somos hijos. Dios nos ha hablado y nos ha dado el poder de escucharlo ¡y responderle! como a un Padre!, ó de entablar una relación de amigos. La oración es una audacia justificada solamente por el don de Dios, por el regalo que Dios nos hace. Una y otra vez le vuelve a parecer increíble al ser humano, que Dios le hable y le escuche. Santa Teresita del Niño Jesús nos entrega una sencilla definición llena de riqueza: "Para mí, la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como desde dentro de la alegría".

 

Esta apuesta por la vida de oración ha de tener muy presente lo que se nos ofrece y lo que hacemos, lo que está al alcance y lo que se sale de las manos. Cuando oramos hay muchas cosas que dependen de nosotros como la lectura de la Escritura, realizar actos de amor y ofrecimiento, así como efectuar espirituales operaciones: rezo vocal (rosario, vía crucis, liturgia de las horas), devociones, sacramentos... y por otro lado, estar atento a lo que pasa cuando se ora, como lo es en “la comunicación al ánima del creador y Señor, abrazándola en su amor y alabanza, y disponiéndola por la mejor vía por la cual podrá servirle adelante”(EE 15) para captar por donde somos llevados por la acción de Dios, porque es algo que no nos podemos dar pero que deseamos, es aquello que se puede pedir, esperar, aceptar e incluso rechazar y también aprender a ver por donde se nos aparta de dicha realización.

 

Al sentirnos imagen y semejanza de Dios, porque creemos que Jesús, imagen viva y eterna del Padre que vive en nosotros, queremos:

 

®   Unir la fe y la vida: manifiesto exteriormente lo que vivo y siento en la oración, es decir, mostrar que lo que se predica se practica.  Es pensar y vivir toda la vida desde la mirada de Dios. Que el diario vivir sea una experiencia continua de Dios

®   Sentir la comunidad en la oración, porque esta no es individual, como un solo encuentro entre Dios y yo, sino que es comunitaria, por eso cuando Jesús enseño a orar, dijo “Padre Nuestro” y no Padre mío.

®   Que la oración sea tan necesaria como respirar o alimentarse continuamente, porque la oración es la fuente de la vida, por eso que experimente que “me falta algo cuando no he hecho oración”, pues responde a una necesidad.

®   Dejar a Dios ser “Dios con-en nosotros”, porque viene en ayuda de nuestra debilidad, además en la oración no hay lugar para esconderse.

®   Dios se quiere comunicar con nosotros, es una toma de conciencia que Dios está cerca, que se quiere comunicar, entregársenos totalmente y de manera gratuita, porque la iniciativa siempre la mantiene él.

®   La oración es para tener cada vez mayor conciencia de sí mismo, al sentir la acción del espíritu que lo cambia de dentro a fuera.

®   La gran residencia de Dios es el ser humano, la gente, los pobres (Mt 25,31-46). Dios está junto a los seres humanos, no huyendo de ellos. Dios está en el corazón de la humanidad.

 

Tanto para comenzar los Ejercicios Espirituales como a lo largo de los mismos, hay actitudes de tipo espiritual que ayudan a potenciar la experiencia. Al comenzar cualquier proyecto o búsqueda, sabemos que hay actitudes que nos potencian y “dan vuelo” así como hay otras que desactivan y recortan nuestras posibilidades para lograr lo que buscamos. 

 

Siguiendo el deseo de Ignacio de ser hombres y mujeres de oración al servicio del reino, en próximas entregas, se presentan algunas actitudes que más ayudan a encarar bien los Ejercicios, para conocerlas y fomentarlas. En esta experiencia de oración hay que avanzar y crecer en todo lo que permite cultivar y mantener la vida de oración.

 

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