· 

El “héroe” herido… HUMANIDAD NUEVA

Centro Ignaciano de Reflexión y Ejercicios


 

La epopeya de algún personaje pasa a la historia por lo realizado, que es calificada como una proeza, ejercicio de una virtud o ejecución de una hazaña y con todo ello es considerado de gran valor y digno de admiración.

 

En Ignacio de Loyola, como el mismo lo describe, en su interior anidan los deseos de ganar honra (Autob. 1), pero después de evaluar la vida, describe toda esta batalla como vana, porque es solo la inflación de su ego, quiere enfrentar una batalla desigual a punta de coraje y con poco sentido común. Solo bastó caer herido para que todos sus deseos propios cayeran a tierra y el orgullo mancillado, los sueños evaporados, y la valoración propia puesta en cuestión.

 

Ante una derrota, frente a un desastre y quedar a merced del adversario, todo se desvanece y emerge la fragilidad y necesidad, la precariedad de la vida. Todo parece perdido, pero ¿a largo plazo que queda? El cambio hondo y profundo en la propia historia, luego de ser derribado, sentir la indefensión y el desamparo; en esta situación límite y de precariedad es motivo de lucha para mantener a flote la vida. Todo aquello que antes se procuraba evitar llega a ser una oportunidad de encontrar semillas para crecer de otra manera.

 

No todo puede terminar en el fracaso. Ignacio derrotado, herido, está con su reputación en entredicho, su valentía sin fuerzas, el estatus cuestionado y la ambición echa añicos… parece que todo quedó pulverizado por una bala que rompe su pierna y le deja maltrecho… comienza ahora un largo proceso convaleciente para recuperarse de la herida que casi le cuesta la vida.

 

Pareciera que la convalecencia del vasco herido, no es de admirar, porque no encuentra libros para dar rienda suelta a los gustos de la imaginación que en las lecturas de su predilección y tiene que conformarse con la Vita Christi y Flos Sanctorum. No tenemos comentario alguno ante este encuentro.

 

Ignacio inquieto en su interior, no puede quedarse tranquilo en su cuerpo inmóvil. ¿cómo soñar despierto? Por eso fantasea con la dama de sus sueños, que le mantiene despierto mientras el sueño llega, pero siente que queda insatisfecho. Las heridas que ahora tiene, parece que le desligan de las damas y su gloria. Más las lecturas, que no pudo evitar, como gotera en el tejado, van abriéndose camino hondo en el abismo de su interioridad¿que sería si yo hiciese esto que hizo…? Así discurría por muchas cosas que hallaba buenas (Autob. 7).

 

El contraste entre la dama de sueños que se desvanece y el holograma de vidas que ahora le inspiran, le hacen sentir vivo y activan su interior. Existe ahora sueños que le aportan fuerzas y renovación, ante otros que pasan y le dejan seco y descontento. El contraste de esta diversidad, le hacen maravillar y encontrar la diferencia para sentir y gustar por experiencia propia, que así en la propia vida encontró “el primero discurso que hizo en las cosas de Dios” (Autob. 8) que es todo el camino del discernimiento, para distinguir fantasías propias, de los deseos de Dios en su interior.

 

La primera peregrinación de andar por casa, fue en su propia interioridad, darse cuenta de los movimientos interiores, para sentir lo que le pasa, las ideas que surgen, los pensamientos que le acompañan, para fijarse en lo que le da vida verdadera y le hace indiferente.

El cambio de vestiduras, es el cambio de héroe a mendigo, al darlas de regalo no percibió el problema causado al pobre, que termina acusado de bandido (Autob 17-18). El dejar en la Abadía de Monserrat, su espada de caballero, ya no es el héroe envalentonado con un arma peligrosa para sí y los demás, sino la entrega de su pasado, para empuñar el compromiso para el servicio futuro de lo que pueda ayudar a los demás, pero que no está claro del todo.

 

Ignacio ya no está instalado en el monumento de sus sueños, sino que empieza a pisar una nueva realidad. Los nuevos deseos pasan por encontrar que es lo de Dios en su vida nueva, depone lo que creía era su mayor tesoro, los vestidos y su espada, para vestirse de nuevo de libertad y deseos de amar y servir al Señor.

 

Podría hacerse lo siguiente:

 

-       Un recuento de sueños y esperanzas de otros tiempos y cual, de todos ellos, en verdad era ¿el sueño de Dios para ti?

-       Que cambio, como lo hecho por Ignacio en Monserrat, puede realizar, que te gustaría atreverte a depositar… ¿qué es lo que en verdad te retiene?

-       Leer 1 reyes, 19,1-13. Huidas, deseos, preguntas, descubrimientos… 

 

Escribir comentario

Comentarios: 0