Autor: Jorge Humberto Peláez S.J.
Lecturas:
- Éxodo 22, 20-26
- I Carta de san Pablo a los Tesalonicenses 1, 5c-10
- Mateo 22, 34-40
El 3 de octubre de este año, el Papa Francisco firmó su Carta Encíclica Fratelli tutti (Todos hermanos) sobre la Fraternidad y la amistad social. Fue una emotiva ceremonia en Asís, junto a la tumba de san Francisco. Las primeras palabras de esta encíclica Fratelli tutti (Todos hermanos) son las mismas que utilizó el santo de Asís en un escrito dirigido a todos los hermanos y hermanas para proponerles una forma de vida con sabor a Evangelio
Dejemos que el Papa Francisco nos explique el objetivo que busca al proponer este documento, no solo a la Iglesia, sino a todo el mundo: “Entrego esta Encíclica social como un humilde aporte a la reflexión para que, frente a diversas y actuales formas de eliminar o de ignorar a otros, seamos capaces de reaccionar con un nuevo sueño de fraternidad y de amistad social que no se quede en las palabras”.
Es lamentable el espectáculo que están dando nuestros dirigentes, enfrascados en debates que sólo benefician su agenda electoral, pero que no aportan a la solución de los graves problemas del país. En vez de atizar la polarización, deberíamos buscar juntos cómo generar empleo, cómo desarrollar el campo, cómo contener la violencia que está incendiando al país, cómo proteger a los líderes sociales.
El mensaje de Francisco es de una enorme actualidad e invita a revisar los proyectos egoístas que están en curso: “Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos”.
Nuestros dirigentes emplearían mejor su tiempo si, en lugar de estar enviando mensajes venenosos a través de las redes sociales, hicieran una lectura reposada del Capítulo quinto de la Encíclica, que trata sobre La mejor política. Leemos en el #178 de la Encíclica: “Ante tantas formas mezquinas e inmediatistas de política, recuerdo que la grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo. Al poder político le cuesta mucho asumir este deber en un proyecto de nación (…) Pensar en los que vendrán no sirve a los fines electorales, pero es lo que exige una justicia auténtica”.
Esta Encíclica del Papa Francisco sobre la fraternidad y la amistad social está en total sintonía con las lecturas de este domingo. Es el mismo mensaje, con palabras diferentes, que encontramos en el libro del Éxodo y en este pasaje del evangelista Mateo, en el que Jesús responde a la pregunta que le hace un doctor de la Ley: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la Ley?”
Empecemos por las palabras del libro del Éxodo que, aunque pronunciadas hace muchos siglos, iluminan situaciones que encontramos todos los días: “No debes perjudicar ni humillar al inmigrante (…) No explotarás a la viuda y al huérfano (…) No te portarás como un usurero”. Los seres humanos de todos los tiempos aprovechan la necesidad de los débiles para sacar ventaja. En todas las épocas proliferan los pícaros, las “pirámides”, los “gota a gota”. Es la búsqueda insaciable del beneficio propio. El Papa Francisco tiene palabras muy duras contra el apetito desmedido de lucro.
¿Cómo cambiar este estado de cosas? En Colombia, tenemos la manía de pretender solucionar los problemas aprobando nuevas leyes o aumentando las penas por los delitos cometidos; la última moda es la convocatoria de “referendos”. Desde que se aprobó la Constitución de 1991, han fracasado todas las convocatorias de “referendos”; han sido una pérdida de tiempo, de dinero y distraen a la opinión pública en seudo-debates que no van a las raíces de los graves problemas del país. Son simples estrategias electorales. En este momento, hay tres propuestas de “referendos”. ¡Qué estupidez! Es necesario un cambio cultural. Y el camino para sembrar valores éticos y búsqueda del bien común es a través de la educación. Es una siembra a largo plazo.
Vayamos ahora al texto del evangelista Mateo, quien recoge una conversación entre Jesús y un doctor de la Ley, quien le preguntó cuál era el mandamiento más importante de la Ley. Jesús respondió: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más importante y el primero de los mandamientos. Pero hay un segundo mandamiento, que tiene la misma importancia: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos mandamientos se basan toda la Ley y los Profetas”. Estos dos mandamientos son inseparables. No es posible alabar al Señor e ignorar al hermano.
Como conclusión de esta meditación dominical, en la que articulamos la Encíclica del Papa Francisco sobre la Fraternidad, las prescripciones del Éxodo sobre la justicia, y la enseñanza de Jesús sobre los dos grandes mandamientos del amor a Dios y el amor al prójimo, meditemos la hermosa oración con la que el Papa Francisco termina su Encíclica. Es una Oración al Creador:
Señor y Padre de la humanidad,
que creaste a todos los seres humanos
con la misma dignidad,
infunde en nuestros corazones
un espíritu de hermanos.
Inspíranos un sueño de reencuentro,
de diálogo, de justicia y de paz.
Impúlsanos a crear sociedades más sanas
y un mundo más digno,
sin hambre, sin pobreza,
sin violencia, sin guerras.
Que nuestro corazón se abra
a todos los pueblos y naciones de la tierra,
para reconocer el bien y la belleza
que sembraste en cada uno,
para estrechar lazos de unidad,
de proyectos comunes,
de esperanzas compartidas. Amén.
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