Dos imágenes bíblicas sobre la conversión del corazón

 Autor: Jorge Humberto Peláez S.J.

 

Lecturas:

  • Éxodo 3, 1-8ª. 13-15
  • I Carta de san Pablo a los Corintios 10, 1-6. 10-12
  • Lucas 13, 1-9

Cuaresma es una época de recogimiento y encuentro con nosotros mismos. Por eso es importante que dediquemos un tiempo a la oración y a la reflexión con el fin de reconocer lo positivo de nuestras vidas y dar gracias a Dios por los beneficios recibidos; y también reconocer las decisiones equivocadas que hemos tomado y pedir perdón a Dios y a las personas que hemos ofendido. Este camino interior que recorremos durante la Cuaresma nos debe conducir a una conversión del corazón, como preparación a la celebración de los misterios pascuales.

La liturgia de este III domingo de Cuaresma utiliza dos imágenes que están profundamente arraigadas en la tradición bíblica. Estas dos imágenes son la peregrinación por el desierto y el árbol de la higuera. El mensaje teológico que se desarrolla alrededor de estas dos imágenes enriquece nuestro camino interior de conversión, que es el llamado central de la Cuaresma.

 

Empecemos por la primera imagen, la peregrinación por el desierto. Esta travesía, que duró cuarenta años, es la experiencia fundacional del pueblo de Israel y modeló su identidad religiosa. Las lecturas de este domingo se refieren a esta peregrinación en dos momentos históricos y teológicos diferentes, los cuales son desarrollados por el libro del Éxodo y, siglos más tarde, por el apóstol Pablo en su I Carta a los Corintios.

 

Vayamos al libro del Éxodo. El texto sagrado nos describe una teofanía o manifestación solemne dela gloria de Dios a Moisés, en la cual le comunica su plan de liberar a Israel de la esclavitud que padecía en Egipto. Subrayemos algunas particularidades de esta teofanía.

 

La gloria de Dios se manifiesta a través de una zarza que ardía sin consumirse. La presencia de lo sagrado estremece a Moisés. Esto lo expresa el texto en dos momentos: “No te acerques. Quítate las sandalias de los pies, porque el sitio que pisas es tierra sagrada”. Y a continuación dice: “Moisés se tapó la cara, porque tenía miedo de mirar a Dios”. ¿Qué le comunica Dios a Moisés?

  • Dios le manifiesta a Moisés su identidad: “Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob “. “Yo soy el que soy”. La plenitud del ser. Ese es su nombre.
  • Se manifiesta como un Dios misericordioso: “He visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto”. Esta manifestación de la misericordia como uno de los rasgos esenciales del Dios de la Alianza es un elemento central de la revelación y llegará a su plenitud en Jesucristo, que vino para curar a los enfermos, acoger a los excluidos y perdonar a los pecadores.
  • La misericordia de Dios se expresa en su iniciativa de liberación: “Por eso bajé a liberarlos del poder de Egipto y a sacarlos de esa tierra y llevarlos a una tierra buena y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel”.
  • La meditación de este texto es absolutamente pertinente en este tiempo de preparación para la Pascua, en la cual celebramos la obra liberadora de Jesucristo quien, mediante su pasión, muerte y resurrección, nos rescató del pecado y de la muerte.

En su I Carta a los Corintios, Pablo retoma esta experiencia fundacional de Israel y la conecta con Cristo, plenitud de la revelación:

  • En primer lugar, Pablo recuerda la historia vivida por sus antepasados: “Hermanos: No olviden que nuestros antepasados anduvieron todos bajo la protección de una nube, todos atravesaron el mar…” El recuerdo de la travesía del desierto siempre está presente en la historia de Israel.
  • Enseguida, Pablo relaciona la experiencia del desierto con la acción salvífica de Cristo, en particular con el bautismo y la eucaristía. El pueblo de Israel vivió, como una anticipación, los beneficios de la acción salvífica del Señor: “En el mar se adhirieron a Moisés en una especie de bautismo; todos también comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual, porque bebían agua de la fuente espiritual que los acompañaba, agua de una roca, que era Cristo”.
  • Finalmente, Pablo se refiere a la infidelidad de Israel, la cual constituye para nosotros un fuerte llamado de atención sobre lo que no debemos hacer: “La mayor parte de ellos no agradó a Dios, y quedaron tendidos por el desierto. Esto sucedió para que nos sirviera de ejemplo, de modo que no andemos codiciando cosas malas como ellos”.

En síntesis, la peregrinación por el desierto es un referente esencial en la historia del pueblo elegido; en ella, se manifiesta la providencia divina que acompaña al pueblo en su travesía y siempre está presente en la vida de la comunidad. También se evidencia el comportamiento errático de Israel, que oscilaba entre la fidelidad al Dios de la Alianza y la infidelidad.

 

Después de estas reflexiones sobre la primera imagen,que es la peregrinación por el desierto, vayamos a la segunda imagen, que es la higuera estéril. Estas dos imágenes que nos propone la liturgia de este domingo, nos ilustran sobre el camino interior de conversión que es el mensaje central de la Cuaresma.

  • Para el pueblo de Israel, cuya subsistencia dependía de las actividades agrícolas y pastoriles, era un mensaje muy claro, que no necesitaba interpretación:
  • Para este pueblo, era fundamental que lo que se sembraba diera frutos. Si los resultados no eran satisfactorios, había que cambiar el cultivo, pues estaba consumiendo recursos y ocupando un espacio.
  • Por eso es muy razonable el argumento del propietario, quien dio instrucciones al administrador del cultivo: “Desde hace tres años estoy viniendo a buscar higos en esta higuera y nunca encuentro nada. Lo mejor es que la cortes. ¿Para qué dejar que ocupe terreno inútilmente?

Al escuchar estas instrucciones, el encargado del cultivo hace un llamado a la misericordia: “Señor, déjala todavía otro año; mientras tanto yo remuevo la tierra y le echo abono. Tal vez entonces dé cosecha. Si no da, entonces sí la cortas”. Al escuchar estas palabras recordamos cómo el amor misericordioso de Dios ha tenido una paciencia infinita con nosotros. Aunque le hemos prometido superar ciertos comportamientos negativos, hemos vuelto a caer. Sin embargo, el buen Dios nos sigue esperando con amor como el padre de la parábola del hijo pródigo.

 

¿Cuál es el mensaje que nos trasmite el evangelista Lucas en esta Cuaresma? ¿Qué nos sugiere la imagen de la higuera estéril, que no da frutos? A través de esta imagen, tomada de la vida campesina, se nos invita a reflexionar sobre nuestro proyecto de vida. El amor de Dios nos ha concedido innumerables beneficios. Somos como una higuera plantada en el huerto de la vida que hemos recibido todos los cuidados. Por lo tanto, es hora de producir frutos. Es hora de retornar, en el servicio a la sociedad, las bendiciones del Señor; pensemos en la familia, en la sociedad y en la Iglesia. ¿Qué hemos hecho? En esta Cuaresma, evaluemos nuestra productividad espiritual. ¿Qué tanto aportamos?

 

Aprovechemos este camino cuaresmal para hacer un alto en el camino. Que estas dos imágenes que nos propone la liturgia de este III domingo de Cuaresma, la peregrinación por el desierto y el árbol de la higuera, motiven en nosotros una reflexión que nos ayude a cambiar.


Escribir comentario

Comentarios: 0