Cuaresma, tiempo de encuentro con nosotros mismos

 Autor: Jorge Humberto Peláez S.J.

 

Lecturas:

  • Deuteronomio 26, 4-10
  • Carta de san Pablo a los Romanos 10, 8-13
  • Lucas 4, 1-13

El Miércoles de Ceniza comenzó la Cuaresma, que es la preparación para las celebraciones de la Pascua del Señor: pasión, muerte, resurrección y ascensión. El nombre de este tiempo litúrgico – Cuaresma - tiene un profundo significado simbólico pues recuerda los 40 años de peregrinación de Israel hacia su liberación; hace alusión a los 40 días que Jesús pasó en el desierto como preparación para su misión y donde fue tentado por el demonio.

Como pueblo de Dios que peregrina, los bautizados dedicaremos las semanas siguientes a reflexionar y a encontrarnos con nosotros mismos. Para expresar el alcance de esta experiencia que nos espera, digamos que entramos en un periodo de revisión y mantenimiento, como lo hacemos con los vehículos, con la maquinaria industrial y con los equipos domésticos como son la nevera, el fogón y demás utensilios que nos hacen más amable la vida. Si no hacemos la revisión y mantenimiento de los equipos, el daño será muy grande y los gastos de reparación se multiplicarán.

 

La Cuaresma es, pues, un tiempo de reflexión. Los invito a entrar en modo de revisión y mantenimiento. Esto, ¿qué significa?

  • Durante las próximas semanas, sacaremos tiempo para revisar nuestro proyecto de vida:¿Cómo estamos actuando como miembros de una familia, como ciudadanos, como bautizados? ¿Nos contentamos con cumplir las obligaciones básicas? Recordemos que si nos quedamos con el cumplimiento de los mínimos, la rutina irá asfixiando al amor, nos robará las energías y nos empujará a la mediocridad.
  • Esta atmósfera de reflexión se expresa, de alguna manera, en la celebración de la liturgia dominical, pues no se entona el himno del Gloria, el cual volverá a resonar en la vigilia pascual; tampoco recitamos el Aleluya; y los ornamentos son de un adusto color morado.
  • Los textos litúrgicos de la Cuaresma son un llamado a la conversión y nos invitan a acompañar al Señor en su camino hacia Jerusalén, donde dará su vida por nosotros.

 

Después de estos comentarios que nos ayudan a ubicarnos en el tiempo litúrgico, los invito a explorar la primera lectura, tomada del libro del Deuteronomio. Allí vemos a Moisés que conversa con su comunidad y le da instrucciones muy precisas sobre la celebración de un rito de acción de gracias y reconocimiento que, sencillo en su estructura, tiene un profundo significado:

  • Los gestos prescritos por Moisés son muy simples: El sacerdote colocará ante el altar una canasta con los primeros productos de la cosecha, como expresión de agradecimiento y de reconocimiento como Señor del universo, pues todo lo creado es suyo y los seres humanos somos simples administradores de la casa común.
  • Luego vienen unas palabras de hondo significado; se trata de una breve síntesis de la historia de Israel; en primer lugar, se hace una referencia a sus raíces como pueblo (“mi padre fue un arameo errante que bajó a Egipto”); luego, en pocas palabras recapitula los momentos de luz y sombra vividos en Egipto; a continuación, hace referencia a la peregrinación por el desierto donde el Dios de la alianza fue su guía y protector; finalmente, el asentamiento en la tierra prometida.
  • Es muy interesante subrayar cómo el pueblo de Israel continuamente hace referencia a los momentos decisivos de su historia. Así cada generación se sentía partícipe de esta epopeya salvífica y la asumía como propia.
  • En la tradición bíblica y en la liturgia, la palabra memorial no significa una recordación simplemente anecdótica y pintoresca de un pasado remoto, sino que el memorial significa apropiarnos hoy de ese pasado que sigue estando presente y actuante en nuestras vidas.

¿Qué nos dice hoy este texto del viejo libro del Deuteronomio? Es una motivación a releer, en este tiempo de Cuaresma, nuestra propia historia, a imitación de Moisés que relee la historia vivida por su pueblo. De esta manera, podremos asumir responsablemente lo positivo y lo negativo que hemos vivido como miembros de una familia, como ciudadanos y como creyentes. Igualmente, esta relectura nos dará la oportunidad de dar gracias por tantos momentos maravillosos que hemos experimentado,reconocer los dones de Dios, y asumir con paz y espíritu de conversión aquellos capítulos oscuros y dolorosos. Esta relectura no es para quedarnos atascados en el pasado sino para avanzar hacia el futuro con optimismo.

 

Imitando a este sacerdote del Deuteronomio, depositemos en una canasta lo bueno, lo malo y lo feo de nuestras vidas, y acerquémonos al altar del Señor para pronunciar una oración de acción de gracias y una petición confiada para superar nuestras negatividades.

 

Este ejercicio que propone Moisés a su comunidad es un referente para este tiempo de Cuaresma:

  • Hagamos un alto en el camino en medio dela agitación en que vivimos.
  • Traigamos al presente nuestra historia. Hagamos memoria delos actores principales que han participado en ella; identifiquemos los momentos más intensos que nos han marcado; tomemos conciencia de la forma como Dios se ha ido manifestando y nos ha mostrado el camino;elaboremos los duelos que tengamos pendientes y miremos hacia el futuro con paz, dejándonos llenar del gozo del Evangelio. Después de esta reflexión,podemos volver a recitar algunos versículos del Salmo 90, popularmente identificado como el salmo de la protección, en el cual expresamos nuestra total confianza en el Señor: “Refugio mío, alcázar mío, Dios mío, confío en ti. No se te acercará la desgracia, ni la plaga llegará hasta tu tienda”.

Escribir comentario

Comentarios: 0