Autor: Jorge Humberto Peláez S.J.
Lecturas:
- Profeta Isaías 6, 1-2ª. 3-8
- I Carta de san Pablo a los Corintios 15, 1-11
- Lucas, 5, 1-11
El evangelista Lucas nos relata la pesca milagrosa que, cronológicamente, sería uno de los prodigios realizados por Jesús en los comienzos de su actividad apostólica. Esta narración es una delicada puesta en escena, que ha sido fuente de inspiración para muchos pintores; son notables los iconos bizantinos sobre este capítulo dela vida del Señor.
Este exquisito relato consta de dos elementos: una escenografía y unos personajes; en este contexto se desarrolla el guion evangelizador, cuidadosamente preparado por Jesús y que tendrá, como resultado, la adhesión incondicional de los tres pescadores, que serán grandes protagonistas en la vida de la Iglesia.
¿Cómo es la escenografía? Es un paisaje compuesto por un lago, barcas, redes y peces. ¿Cuáles son los personajes que interactúan? Jesús, la multitud que lo busca, unos pescadores anónimos que realizan sus faenas rutinarias, y tres hombres muy sencillos, que pertenecen al gremio delos pescadores.
Estos son los elementos esenciales dela escenografía y los personajes. Veamos ahora cómo se desarrolla el argumento. Es como si estuviéramos viendo una obra de teatro.
Hay una introducción o ambientación que sirve para dar contexto al argumento central del relato. Esta introducción o ambientación es la referencia a las multitudes que empiezan a seguir a Jesús. Aunque lleva poco tiempo en su ministerio apostólico, su fama se ha extendido por las comarcas vecinas. La energía espiritual que irradia, la profundidad y sencillez de sus palabras y los prodigios que realiza movilizan a las multitudes. Unos lo hacen por curiosidad; otros quieren ser curados de sus enfermedades; otros están ávidos de sus palabras llenas de sabiduría.
Para poder enseñar cómodamente a esta multitud, sin que lo empujen o interrumpan, se sube a una barca que le sirve de improvisada cátedra. Estos son elementos que sirven de introducción al argumento de fondo que viene a continuación.
Se desarrolla, entonces, un diálogo rápido entre Jesús y Simón Pedro sobre el lugar de la pesca; sin embargo, su alcance será muchísimo más amplio:
- Jesús da una indicación a Simón Pedro: “Rema hacia la parte honda y echen las redes para pescar”.
- La respuesta de Simón Pedro contiene dos elementos: en primer lugar, hace referencia a la experiencia negativa que han tenido: “Maestro, toda la noche estuvimos bregando y no pudimos pescar nada”. En segundo lugar, ese Simón escéptico no insiste en su argumento, sino que se abre a la palabra del Señor: “Pero ya que tú lo ordenas, voy a echar las redes”.
En dos pinceladas cargadas de simbolismo, el evangelista Lucas saca a la luz las tensiones internas que se agitan en nosotros ante las mociones del Espíritu; con frecuencia, el Espíritu nos sugiere avanzar en determinada dirección (y esto lo hace, no directamente, sino través de la palabra sabia de algún pariente o amigo; etc.), pero las experiencias negativas vividas en el pasado nos paralizan.El escepticismo humano se alimenta de muchos factores: fracasos anteriores, pereza, apego a la seguridad, resistencia al cambio, etc. En los momentos de duda, hagamos nuestras las palabras de Simón Pedro : “Señor, ya que tú lo ordenas, voy a echar las redes”. En estas palabras del apóstol encontraremos la fuerza para tomar decisiones y avanzar por el camino del Señor. Lo más fácil es permanecer donde estamos y no actuar.
Este acto de confianza de Simón Pedro desata una serie de acontecimientos descritos por el evangelista Lucas. Las consecuencias de esta respuesta son totalmente inesperadas para Simón Pedro, pero Jesús las había planeado cuidadosamente: redes que amenazan reventarse por la abundancia de la pesca, llamada de auxilio a sus compañeros pescadores, asombro y confesión de Simón Pedro, llamado de Jesús.
Todas las acciones milagrosas de Jesús tienen un objetivo salvífico: anunciar la Buena Nueva del Reino y sembrar la semilla de la Palabra en las mentes y corazones de sus seguidores. Ante este prodigio, Simón Pedro sólo alcanza a decir: “¡Retírate de mí, Señor, que soy un pecador!”. La sorpresa y la emoción le impiden elaborar un discurso más consistente.
En medio de los pescadores que acudieron al llamado de Simón Pedro se encontraban los hermanos Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, quienes se sintieron igualmente sorprendidos y se abrieron a la acción de la gracia.
El clímax de esta puesta en escena llega cuando Jesús pronuncia esas bellísimas palabras que, en su sencillez, condensan el don de la vocación y el llamado a unirse a la causa evangelizadora: “De ahora en adelante serán pescadores de hombres”. Estas palabras van dirigidas a Simón Pedro, Santiago y Juan, quienes dieron una respuesta inmediata: “Ellos sacaron las barcas a tierra, lo dejaron todo y siguieron a Jesús.
Detengámonos a reflexionar sobre algunos elementos de gran riqueza teológica y pastoral:
- Los destinatarios privilegiados del anuncio de Jesús son los pobres, la gente sencilla. En las multitudes que lo seguían no estaban los fariseos ni los escribas. No era que Jesús quiera excluir a un sector de la sociedad. Ellos mismos se excluyeron del Reino de Dios con su actitud arrogante y su pretendida posesión de la verdad. Rechazaban el llamado a la conversión del corazón porque no creían que tuvieran que cambiar.
- Jesús escoge a sus inmediatos colaboradores entre la gente sencilla. Simón Pedro, Santiago y Juan constituirán el núcleo del colegio apostólico y estarán muy cerca de Jesús en momentos particularmente intensos e íntimos de su misión. Eran judíos devotos, sin formación académica, generosos, abiertos a la acción de Dios. Jesús empezará a formarlos mediante una delicada pedagogía; en este proceso de formación, Simón Pedro recibirá algunas reprimendas de Jesús por sus actuaciones impulsivas.
La pesca milagrosa es una de las primeras manifestaciones de Jesús en su ministerio apostólico. La escena que se desarrolla en el lago de Genesaret es poética; el paisaje es apacible e inspirador. Allí se nos revela un Jesús en salida misionera y en estrecho contacto con unos sencillos pescadores a quienes, mediante un lenguaje que les era familiar, los invita a madurar en su confianza en Dios (“Echen las redes”). Y a estos tres pescadores – Simón Pedro, Santiago y Juan -, les hace una invitación cuyo alcance ellos no alcanzan a vislumbrar (“De ahora en adelante serán pescadores de hombres”). Este relato de la pesca milagrosa nos invita a ser una Iglesia en salida misionera, que llega a todas aquellas personas que tienen hambre y sed de espiritualidad, que es capaz de hablarles en su lenguaje y los invita a avanzar por la senda de la humanización y de la santidad.
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