Autor: Jorge Humberto Peláez S.J.
Lecturas:
- Libro de Nehemías 8, 2-4ª. 5-6. 8-10
- I Carta de san Pablo a los Corintios 12, 12-30
- Lucas 1, 1-4; 4, 14-21
Las lecturas de este domingo nos ayudan a entender cómo la vida del Pueblo de la antigua Alianza y de la naciente comunidad apostólica, giraba en torno a la Palabra de Dios. En ella encontraban su identidad, de ella se nutrían, era la fuente de inspiración para su actuar.
Los católicos debemos aprender de las Iglesias cristianas su dedicación a la lectura de la Biblia. Sus fieles están muy familiarizados con los textos sagrados, y su espiritualidad se alimenta de la Biblia. A pesar de la insistencia del Magisterio, que nos motiva a profundizar en el conocimiento de la Sagrada Escritura, la comunidad de los fieles no ha avanzado suficientemente por este camino. Es una tarea que tenemos pendiente.
En primer lugar, vayamos a los textos del Antiguo Testamento: el libro de Nehemías y el Salmo 18.
Para comprender el significado teológico del relato de Nehemías, hay que tener en cuenta el momento histórico que vivía el pueblo elegido. Después de padecer la durísima experiencia del exilio, se le permitió al pueblo judío regresar a su tierra. Allí restablecieron el culto, levantaron el Templo, reconstruyeron las murallas de Jerusalén, vivían en comunidad gobernados por los suyos y regidos por la Ley de Moisés. En la historia de Israel, esta época corresponde al nacimiento del Judaísmo.
Estas rápidas pinceladas nos permiten comprender la carga emocional que se siente en la asamblea convocada por el gobernador Nehemías, y donde el sacerdote Esdras instala solemnemente el Libro de la Ley e inicia su lectura. Después de los sufrimientos del exilio, el pueblo ha regresado a su tierra y puede volver a ser él mismo. Lágrimas, cantos, risas, alegría. El pueblo elegido reafirma su identidad alrededor de la Palabra de Dios leída por los jefes religiosos.
El relato de Nehemías nos permite captar los sentimientos que embargaban a la comunidad. Y el Salmo 18 nos ayuda a comprender el significado teológico de esta lectura de la Palabra de Dios. ¿Qué encuentra el pueblo judío en sus textos sagrados? El salmista nos desentraña su sentido: “La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos”.
Es claro, entonces, que el pueblo de Israel encuentra en los textos sagrados su alimento, su inspiración, su hoja de ruta. En ellos está consignada la voluntad de Dios. Con frecuencia, el pueblo de Israel se apartó del camino del Señor por el mal ejemplo de sus dirigentes, y pagó un precio muy alto por su infidelidad.
Vayamos ahora al texto del evangelista Lucas, quien nos describe brevemente cómo fue el proceso de elaboración de los Evangelios:
- Los Apóstoles, que fueron testigos directos de las enseñanzas de Jesús y sus milagros, que vivieron la experiencia de la resurrección y recibieron los dones del Espíritu Santo, asumen con entusiasmo el anuncio de la Buena Noticia. Todos ellos coincidían en el contenido fundamental o kerigma, y lo proclamaban teniendo en cuenta las particularidades de las comunidades destinatarias.
- Poco a poco se va pasando a una segunda etapa: poner por escrito la predicación de los Apóstoles. Es lo que nos narra Lucas: “Puesto que muchos ya emprendieron la tarea de componer un relato de todos los acontecimientos que por voluntad divina se han cumplido entre nosotros, siguiendo la tradición que nos dejaron los que desde el principio fueron testigos oculares y luego se dedicaron al servicio de la Palabra; también a mí me pareció oportuno, después de investigarlo todo cuidadosamente desde sus orígenes, ofrecerte, ilustre Teófilo, esta narración ordenada, para que compruebes la solidez de las enseñanzas que recibiste”.
- Tal es el proceso de redacción de los Evangelios: En primer lugar, la predicación de los Apóstoles; luego empiezan a consignarse por escrito estas catequesis; este proceso redaccional duró años. Y así fueron tomando cuerpo los escritos del Nuevo Testamento.
- ¿Cuál es el mensaje teológico que nos comunica este texto? A lo largo de los siglos, el contenido central de la labor evangelizadora de la Iglesia es el anuncio del kerigma, o sea, el testimonio de quienes fueron testigos oculares de la vida de Jesús y compartieron con el Señor resucitado.
Por eso debemos recomendar incansablemente el estudio y la meditación de los Evangelios. Allí se encuentra el mensaje central de Jesucristo, revelador del Padre. Por eso es tan importante que en sus homilías los sacerdotes expliquen la Palabra de Dios y su conexión con la vida diaria de los fieles. Es lamentable que los sacerdotes desaprovechen esta maravillosa oportunidad de formar a la comunidad, y hablan de otros temas impertinentes como la política o la economía o los chismes de la comunidad. Los grupos de estudio de la Biblia son una magnífica herramienta de evangelización. Allí los fieles pueden adquirir los conocimientos básicos que les permitan leer la Biblia de manera inteligente, sin caer en las interpretaciones literales y fundamentalistas tan frecuentes entre los hermanos separados.
Las lecturas de este domingo son una invitación a dar a la Palabra de Dios todo el protagonismo que le corresponde como auto-manifestación de Dios, como alimento espiritual y como guía para el bien obrar.
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