¿Cómo construir una relación de pareja?

 Autor: Jorge Humberto Peláez S.J.

 

Lecturas:

  • Génesis 2, 18-24
  • Carta a los Hebreos 2, 8-11
  • Marcos 10, 2-16

Las lecturas de este domingo nos invitan a reflexionar sobre un tema de máxima importancia para la marcha de la sociedad: la construcción y consolidación de las parejas y, por lo tanto, de las familias. Si la estructura básica de la familia cumple sus funciones, el bien común y la convivencia desarrollarán raíces fuertes con consecuencias altamente positivas para todo el cuerpo social. Pero si la familia se desarticula, los daños serán irreparables en cuanto a la educación en los valores y la convivencia ciudadana. El fracaso de una familia no solo afecta al núcleo padres-hijos, sino que es fuente de dolor para la sociedad como un todo

Los invito a profundizar en los dos textos bíblicos del libro del Génesis y del evangelista Marcos que, con estilos y contextos muy diversos, analizan la pareja humana desde dos perspectivas: el libro del Génesis se refiere al ideal o deber-ser, y el relato de Marcos nos aporta elementos sobre la dura realidad de la ruptura matrimonial.

 

Empecemos por el relato del Génesis que, con un lenguaje muy sencillo y gráfico, nos presenta dos rasgos muy inspiradores de la vida de pareja: la complementariedad y la igual dignidad del hombre y la mujer. Los recursos literarios que utiliza el autor de este antiguo texto impactan nuestros sentidos:

  • La manifestación del plan divino se hace simulando un monólogo de Dios Creador: “En aquel día, dijo el Señor Dios: No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle alguien como él para que lo ayude”.
  • En la tradición judeo-cristiana, el hombre y la mujer son dos realidades incompletas, distintas no solo en sus estructuras corporales sino también en su sensibilidad y manera de interrelacionarse con el mundo. De ahí la riqueza del encuentro entre estos dos seres. En el plan de Dios, la pareja está hecha para complementarse y ayudarse.
  • A continuación, el autor bíblico nos presenta un pintoresco desfile en el que los diferentes animales van pasando delante de Adán. A pesar de esa infinita riqueza de formas y colores, hay una enorme carencia; nos dice el relato: “No hubo ningún ser semejante a Adán para ayudarlo”.
  • En el desarrollo de su argumentación, el autor bíblico utiliza otro recurso literario y nos habla del profundo sueño que se apoderó de Adán, en medio del cual Dios le extrajo una costilla. ¿Con qué finalidad el autor bíblico utiliza esta ficción literaria? Con el fin de comunicar un poderoso mensaje: la igual dignidad del hombre y la mujer. Por eso pone en labios de Adán una exclamación: “Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne”

Hay que leer este texto del libro del Génesis no como una crónica periodística que describe minuciosamente la secuencia de unos hechos. No es un relato histórico sino simbólico, escrito por un autor oriental que apela a los sentidos y que nos manifiesta el plan de Dios sobre la pareja humana: El hombre y la mujer son dos seres incompletos, que han sido creados para ayudarse, complementarse, recorrer juntos el camino de la vida e iguales en dignidad.

 

Llama poderosamente la atención que esta declaración sobre la igualdad de derechos, formulada hace muchos siglos, no se haya hecho realidad y todavía existan muchas formas de discriminación contra la mujer. Nuestra sociedad sigue siendo profundamente patriarcal y excluyente.

Al comienzo de esta meditación afirmábamos que el libro del Génesis nos presenta el ideal o deber-ser, y que Evangelio de Marcos nos hacía aterrizar en la dura realidad de las rupturas matrimoniales.

 

El evangelista reproduce un encuentro en el que un grupo de fariseos quiere poner en aprietos a Jesús al preguntarle sobre el divorcio: “¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su esposa?”. Esta pregunta no era ingenua; detrás de ella había un complejo debate por causa de una excepción hecha por Moisés sobre la indisolubilidad del matrimonio.

 

En esta meditación no vamos a entrar en las discusiones del judaísmo sobre el divorcio, ni vamos a hacer una defensa de la indisolubilidad del vínculo matrimonial. Queremos ser muy propositivos y presentar a las parejas algunas pistas o sugerencias que les permitan realizar el plan de Dios y construir una sólida relación.

 

Un primer factor al que se debe dar mucha importancia es llegar a unos acuerdos básicos sobre el proyecto de vida que quieren construir juntos. Esta conversación no se suele tomar muy en serio durante la época del noviazgo y después surgen sorpresas muy desagradables. En el mundo de hoy, es muy frecuente que los miembros de la pareja sean profesionales, quieran realizarse en su campo laboral específico y ganar dinero, lo cual les dará autonomía. Es importante que expresen sus expectativas, lleguen a unos acuerdos y se apoyen mutuamente para alcanzar sus metas propias sin entrar a competir en el campo profesional y laboral. Esto es necesario, pero no es suficiente. Hay que dar un paso adelante y explicitar el modelo de familia que desean construir. Muchas parejas no llegan a estos consensos y la relación se rompe porque tuvo mayor peso la realización individual que el proyecto de familia.

 

Un segundo factor para construir una sólida relación de pareja es la comunicación, que es mucho más que el intercambio de información. La comunicación profunda permite expresar los sentimientos (estoy triste, me siento cansado/a, creo que ya no estoy enamorado/a); estos sentimientos no pueden ser objeto de discusión pues no se pueden reducir a la disyuntiva verdadero/falso; los sentimientos son estados de ánimo, que se comparten con sinceridad y respeto, y se procura llegar a la raíz: compartamos tu cansancio, tu tristeza, tu desencanto y veamos qué nos ha pasado y cómo podemos superar juntos esta fuente de dolor.

 

Un tercer factor es el respeto. Es legítimo tener diferencias. Es humano expresarlas con vehemencia. Pero jamás se puede pasar la línea roja del respeto al otro. La violencia verbal o física son absolutamente inaceptables. Y son terriblemente destructivas cuando suceden delante de los hijos. Muchas veces los hijos se convierten en el campo de batalla de los padres, pretendiendo cada uno de ellos ganarse a los hijos y atraerlos a su bando. Este involucramiento de los hijos en la pelea de los adultos deja profundas heridas que nunca cicatrizan.

 

Pongamos punto final a nuestra meditación dominical sobre la vida de pareja y la familia. Empezamos profundizando en los ideales propuestos en el libro del Génesis y luego, a propósito de un debate sobre el divorcio, hicimos algunas sugerencias para consolidar una vigorosa relación de pareja que permita construir un proyecto común de vida, comunicación y respeto.


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