Pasemos de una Moral de Apariencias a una Ética de Valores

 Autor: Jorge Humberto Peláez S.J.

 

Lecturas:

  • Libro del Deuteronomio 4, 1-2. 6-8
  • Carta del apóstol Santiago 1, 17-18. 21-22. 27
  • Marcos 7, 1-8. 14-15. 21-23

 

Después de escuchar la proclamación de la Palabra de Dios, concluimos que estas lecturas contienen profundas reflexiones sobre el comportamiento de los creyentes. Es como si hubiéramosrecibido un Curso intensivo sobre Ética y Valores.

Empecemos nuestra meditación dominical por el libro del Deuteronomio. Allí leemos una exhortación de Moisés a la comunidad: “Ahora, Israel, escucha los mandatos y preceptos que te enseño, para que los pongas en práctica y puedas así vivir y entrar a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de tus padres, te va a dar”.

 

Para comprender la importancia de esta exhortación, hay que recordar la situación excepcional que vivía el pueblo de Israel en el contexto cultural de la época. El monoteísmo de Israel era una rareza en el Próximo Oriente. Yahvé se había auto-manifestado como un Dios único, personal, trascendente, que quería establecer con el pueblo de su elección una Alianza que exigía exclusividad: “Yo seré tu Dios y tú serás mi pueblo”.

 

Las naciones vecinas, con las que Israel tenía intercambios comerciales, eran muy diferentes; rendían culto a numerosos dioses, cuyos comportamientos obedecían a celos, venganzas e infidelidades. Dada esta proximidad, Israel vivió la tentación continua de regresar a las prácticas idolátricas de sus antepasados. De ahí la importancia de la exhortación de Moisés: “No añadirán nada ni quitarán nada a lo que les mando”.

 

El Salmo 14 expresa poéticamente los rasgos del israelita justo que no se ha apartado del camino trazado por Moisés. El Salmo responde a una pregunta: ¿Quién será grato a tus ojos, Señor? La respuesta describe el testimonio que da quien vive rectamente: “El hombre que procede honradamente y obra con justicia; el que es sincero en sus palabras y con su lengua a nadie desprestigia”.

 

Infortunadamente, esta comprensión simple y transparente del buen obrar fue desapareciendo del pueblo de Israel porque los dirigentes religiosos multiplicaron los preceptos y las normas. La manifestación auténtica de fidelidad a Yahvé quedó sepultada por una avalancha jurídica de preceptos que privilegiaban las formalidades externas sobre los procesos de transformación del corazón. Cumplir con las formalidades y los ritos se convirtió en el indicador principal de fidelidad a la Alianza.

 

En el Nuevo Testamento, Jesús hace una propuesta totalmente diferente. La interioridad recupera el primer puesto que había perdido. La conversión del corazón desplaza a los ritos de purificación, tan valorados por el judaísmo en tiempos de Jesús.

 

En su Carta, el apóstol Santiago hace una inspiradora catequesis sobre la auténtica Ética de los seguidores de Jesús: “Acepten dócilmente la Palabra que ha sido sembrada en ustedes y es capaz de salvarlos. Pongan en práctica esa Palabra y no se limiten a escucharla, engañándose ustedes mismos. La religión pura e intachable a los ojos de Dios Padre, consiste en visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y en guardarse de este mundo corrompido”.

 

Los invito ahora a explorar el texto del evangelista Marcos, que ilumina nuestra meditación. Este pasaje evangélico reproduce una fuerte discusión entre Jesús y un grupo de fariseos que criticaban el comportamiento de los discípulos de Jesús, quienes no cumplían con las formalidades y ritos de purificación que obligaban a los judíos: “¿Por qué tus discípulos comen con manos impuras y no siguen la tradición de nuestros mayores?”.

 

En su dura respuesta, Jesús denuncia la hipocresía religiosa que definía los comportamientos externos como criterios de fidelidad a la

Alianza: “¡Qué bien profetizó Isaías sobre ustedes, hipócritas, cuando escribió: Este pueblo me honra con los labios pero su corazón está lejos de mí (…..) Ustedes dejan a un lado el mandamiento de Dios, para aferrarse a las tradiciones de los hombres”.

 

Este debate sobre el cumplimiento de las formalidades vs. la conversión del corazón no ha terminado. Cuando uno estudia la historia de la Moral Católica identifica periodos oscuros en los que la normatividad jurídica estuvo a punto de asfixiar la frescura de los valores evangélicos. Por eso es tan importante apropiarnos de las palabras de Jesús, quien nos invita a desenmascarar las pasiones y oscuras motivaciones que habitan en nuestro interior: “Nada que entre de fuera puede manchar al hombre; lo que sí lo mancha es lo que sale de dentro; porque del corazón del hombre salen las intenciones malas, las fornicaciones, los robos, los homicidios”.

 

Es hora de terminar nuestra meditación dominical. Las lecturas de este domingo nos han permitido hacer un Curso intensivo sobre Ética y Valores. Como lo sintetiza el título de esta reflexión, debemos pasar de una Moral de Apariencias a una Ética de Valores inspirada en el Evangelio.


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