Autor: Jorge Humberto Peláez S.J.
Lecturas:
- Profeta Ezequiel 33, 7-9
- Carta de san Pablo a los romanos 13, 8-10
- Mateo 18, 15-20
Durante esta semana, la atención de los colombianos ha estado centrada en la visita que el Papa Francisco realiza a nuestro país. Su presencia ha suscitado un enorme interés, no solo entre los católicos, sino en todos aquellos que se han sentido interpelados por su sencillez y testimonio de vida. Su lenguaje directo ha interpretado las urgencias de nuestra época y ha mostradoel camino hacia el futuro.
El país se preparó cuidadosamente y los medios de comunicación crearon un clima favorable a su presencia. Esperamos que las semillas de reconciliación sembradas por Francisco no queden ahogadas por la maleza del debate político pre-electoral, y que den frutos de convivencia.
En su paso por Colombia, el Papa ha reiterado su invitación a dar el primer paso hacia un futuro diferente. No podremos construir un nuevo proyecto de país si no cerramos las heridas que agobian al cuerpo social. Tenemos que dar el primer paso para superar las narrativas en las que las palabras dominantes han sido injusticia, intolerancia, secuestro, falsos positivos, venganza. Estas palabras deben desaparecer del vocabulario de los colombianos para empezar a conjugar unos verbos que hasta ahora han sido poco utilizados: perdonar, escuchar, tolerar, trabajar juntos, innovar, reconocer las diferencias. El mensaje de Francisco a nuestro país nos invita a cambiar las narrativas.
Este vigoroso mensaje del Papa Francisco en su visita a Colombia se ilumina y enriquece con unos textos que hemos escuchado en la eucaristía de este domingo. La aclamación antes del evangelio afirma: “Dios ha reconciliado consigo al mundo, por medio de Cristo, y nos ha encomendado a nosotros el mensaje de reconciliación”.
En el evangelio encontramos un texto de gran riqueza teológica y profundo contenido social, en sintonía con el mensaje de Francisco en su paso por Colombia, que culmina el domingo en la ciudad de Cartagena, junto a la tumba de san Pedro Claver, esclavo de los esclavos y defensor de los derechos humanos.
Los comentaristas bíblicos suelen referirse a este pasaje evangélico como una catequesis sobre la corrección fraterna; nosotros podríamos darle un nuevo nombre más en consonancia con las ciencias políticas: orientaciones para la resolución de conflictos.
Empecemos por dar un contexto a estas enseñanzas de Jesús. La experiencia nos muestra que en la convivencia de todos los días se presentan tensiones y conflictos. ¿Cómo afrontar estas situaciones? Algunos reaccionan de tal manera que le añaden agresividad al conflicto hasta llegar a manifestaciones de violencia en las palabras y las acciones. Pero también es posible abordar el conflicto de manera civilizada, procurando actuar sobre las causas que lo han producido.
En esta catequesis de Jesús sobre la corrección fraterna o en estas orientaciones sobre la resolución de conflictos hay una propuesta muy sensata: es necesario utilizar un lenguaje prudente y hacerlo de manera discreta, evitando todo tipo de publicidad. Pensemos, por ejemplo, en los conflictos de pareja: las dos personas implicadas, él y ella, deben sentarse a conversar y encontrar una solución; es absurdo pensar que estas conversaciones se puedan tener en una sala en la que están presentes las respectivas suegras, cuñados, yernos y nueras… La resolución de conflictos exige continencia verbal y discreción.
Estas sabias recomendaciones del Señor (“Si tu hermano comete un pecado, ve y amonéstalo a solas. Si no te hace caso, hazte acompañar de una o dos personas”) son ignoradas en nuestra cultura, donde las redes sociales han invadido todos los espacios de diálogo e ignoran la privacidad. Las redes sociales ponen a circular todo tipo de rumores, mentiras con apariencia de verdad, y chismes que destruyen la honra de la gente. No hay límites éticos y las normas jurídicas son impotentes ante estas nuevas realidades del mundo digital.
Es vergonzoso el ejemplo que están dando las figuras políticas que tratan temas de enorme complejidad en el simplismo de 140 caracteres. Sus trinos irresponsables ponen en peligro la convivencia social y la paz mundial. El lenguaje que circula por las redes sociales es agresivo y vulgar. ¿Será posible pedir unos mínimos de educación y buenos modales?
Esperamos que esta visita del Papa Francisco contribuya a bajar la temperatura política y podamos discutir los programas de los candidatos de manera inteligente y decente. Francisco vino a nuestro país con un vigoroso llamado a la reconciliación, que es una manera concreta de vivir el mandamiento del amor.
En el texto de la Carta a los Romanos que acabamos de escuchar, el apóstol Pablo afirma: “Hermanos, no tengan con nadie otra deuda que la del amor mutuo, porque el que ama al prójimo, ha cumplido ya toda la ley”.
¡Gracias, Santidad, por su visita a Colombia! ¡Gracias por esta invitación para dar el primer paso hacia un futuro de esperanza! Que, a partir de esta visita, aprendamos a hablar en un lenguaje respetuoso e incluyente, en el que es posible disentir, pero sin atacarnos.
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