Me llamó poderosamente la atención el artículo que el P. Emmanuel Sicre, s.j., escribió acerca de la Cena del Señor: “¿Por qué la Misa me aburre? De la misa a la Eucaristía”. Su conclusión tan tácita, “Sin vínculo no hay Eucaristía”, me dejó muy inquieto.
Como es mi tema preferido y en ella centro toda mi vida, te participo la organización que le hice a su artículo que me encantó. Espero haber respetado su pensamiento
¿Por qué la Misa me aburre? de la Misa a la Eucaristía”
“…la misa se encuentra rodeada y cuestionada. Especialmente, por los espíritus más jóvenes. Lógico, son ellos los que reclaman el sentido a los mayores y los que señalan las grietas de la realidad que están heredando”.
- “Que la misa sea un acto particular al que cada uno va a hacer lo suyo y no mueve un pelo del compromiso social, se llama privatización de fe”.
- “Que todo esté centrado en el sacerdote…se llama clericalismo”.
- “Que nadie comprenda bien el porqué de cada movimiento, de cada palabra, de cada gesto y se limita a repetir automáticamente, se llama ritualismo”.
- “Que uno vaya a misa pudiendo no haber ido y sentirse igual al salir, se llama pasividad”.
- “Que algunos sientan el peso de tener que ir por precepto, o sentir culpa por no ir… se llama obligatoriedad”.
- “Que algunos atribuyan a la misa efectos mágicos al encerrarse en el templo olvidándose de los demás, se llama devocionalismo”.
Conclusión
Hay que cambiar de paradigma volviendo al origen y “pasar de la misa a la Eucaristía”. ¿De dónde viene? ¿Qué se hacía en ella? ¿Acaso Jesús también aburría con sus “misas””?
1. Lo humano de la Eucaristía: comer y beber juntos:
- “… todo comenzó compartiendo la mesa. Y un acto tan cotidiano como el de comer y beber juntos es el fundamento de toda humanización. Porque no comemos solo para alimentarnos biológicamente, sino porque en la mesa también nos nutrimos de la vida compartida”.
- “La mesa, además, es símbolo de socialización porque nos hace ir más allá de nosotros mismos como seres individuales… El compartir una mesa larga de domingo entre amigos y familiares, sin tiempo, hace para todos la casa feliz”.
- “… por eso la mesa es símbolo de celebración, de fiesta, de conmemoración, de encuentro, entre quienes tienen un vínculo real”.
2. El comer y beber juntos de Jesús
- “… nos preguntamos, ¿qué relación tiene la mesa de cada día con la celebración de la Eucaristía? ¿Qué tiene que ver Jesús aquí? ¿Es la Eucaristía un invento de la religión? ¿Por qué la última cena de Jesús con sus discípulos?”
- "… Jesús tuvo una cena de despedida con sus amigos en donde pasó algo muy significativo que no se ha perdido de vista ahora. No llama la atención que desde hace dos mil años se esté conmemorando este hecho? La verdad que sí”.
- “… resulta que la última cena de Jesús con sus seguidores fue la parábola más clara de lo que había sido toda su vida. ¿Por qué?
- “Porque es en aquella mesa donde Jesús se pone a servirles indicándoles que Dios ha venido a perdonar a los arrepentidos, a incluir a los marginados, a curar a los enfermos, a llamar a los necesitados de amor, justicia y paz”.
- “Porque es en aquella mesa donde el pan se parte y se reparte señalando cómo es que él quería quedarse entre ellos, haciéndolos una comunidad de hermanos y hermanas”
- “Porque en aquella cena comenzó a girar el vino haciendo que todos bebieran de la misma copa, y con este gesto se revelaba que, para vivir en alianza con él, hay que compartir la misma suerte de entrega absoluta a los demás”
- “Con esta cena se condensaba todo el sentido de su anuncio del Reino de Dios”.
3. Comer y beber juntos después de Jesús
- “Los primeros creyentes en Jesús después de su muerte y resurrección comenzaron a reunirse y a recordar a su maestro… sintieron la memoria viva del Señor como una presencia clara de Jesús resucitado”
- “Fue esta experiencia la que los llevó a congregarse en pequeñas reuniones a las que llamaban comunidad de mesa para compartir y celebrar la herencia recibida en el mensaje y la vida del resucitado”.
- “… comenzaron a comprender que era un ofrecimiento de amor gratuito de un hijo agradecido y de autodonación generosa para restablecer el vínculo de Dios con los seres humanos, que sus propias fragilidades habían dañado. Por eso, la muerte y resurrección de Jesús es el punto de inflexión de toda la historia”.
- “La Eucaristía de las primeras comunidades recogía en la mesa la acción de gracias por este servicio tan grande y definitivo que Jesús había hecho; a la vez celebraba su presencia resucitada, anunciaba la buena noticia que él había anunciado a través de los relatos de su vida (La Palabra), y les hacia vivir lo que él les recomendó hasta que volviera: la fraternidad, el ser hijos de un mismo Padre”.
- “Comer y beber juntos hoy: sin vínculo no hay Eucaristía”
- “¿Qué de comunitarias tienen nuestras Eucaristías?”
- “¿Qué nos queda de la Eucaristía como banquete del Reino de amor, justicia y paz?”
- “No sería vital pasar de la misa a la Eucaristía?”.
- “¿No estaría bueno acaso que nuestras reuniones eucarísticas tengan esa fragancia de abrazo, de comunión, de entrega para vivir la vida cotidiana de una manera más luminosa para el mundo.
- “Por eso es necesario descubrir la íntima unidad que hay entre la mesa compartida y la justicia social, entre la vida vivida y la celebración litúrgica, entre la experiencia religiosa y la sed de alianza con el Dios de Jesús. Esta es, en términos antiguos, la verdadera sustancia del cuerpo y sangre de Jesús: vivir la entrega hasta dar la vida para que seamos la familia humana que el Buen Dios soñó siempre.
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