Te invito a celebrar la fiesta de San Ignacio

Aprovechemos la fiesta de aquel genio de la espiritualidad. Un escritor lo llamó "El maestro que nunca fue profesor". El contexto de su vida y de los primeros jesuitas tan difícil y complejo como el que actualmente vivimos: el Renacimiento, dos cismas (Lutero, Enrique VIII), corrupción del Papa, el llamado “descubrimiento” o invasión de América, reyes católicos, guerras, el emperador Carlos V, auge de la imprenta y los libros, causantes de la revolución cultural de aquella época. Termina la llamada Edad Media, comienza otra, etc.

 

Como el Dios revelado en Jesús, nunca abandona a su pueblo, permitió la existencia de Ignacio de Loyola que juntamente con unos compañeros, así como los apóstoles, creyeron y siguieron al Maestro de maestros. La interpretación que hicieron del Evangelio todavía tiene vigencia. El Papa Francisco, uno de ellos.    

 

Te comparto este mensaje porque de una u otra manera has estado cercano a la espiritualidad ignaciana que le apunta a un estilo de felicidad en medio de otras que también son válidas. ¿Cuál es la mejor? Depende de la cosmovisión o del sentido de vida de cada  uno.  

 

Te invito a celebrar sus 460 años de su muerte. Te sugiero que antes de seguir leyendo, en unos segundos, respires profundo, en cámara lenta, y te preguntes: ¿qué aportes me ha dado su espiritualidad? La cercanía con algunos jesuitas ¿qué me ha aportado para mi vida? ¿Valdrá la pena seguir conociéndola? ¿Para qué?

 

Te participo mi respuesta que quizá ya me la has oído cuando hablo de estos temas, pero no importa, estamos de fiesta, repitamos, como técnica de aprendizaje según el maestro Ignacio. 

 

Llevaba 13 años en la Compañía de Jesús; había hecho un mes de Ejercicios Espirituales en el noviciado y 11 veces con un "director". Los neo-sacerdotes teníamos “el privilegio” de hacerlos solos en una finca. Casi me enloquezco porque no tenía con quien confrontar ese mundo interno que es más complejo que el cosmos, en el cual chocan las estrellas y se absorben las galaxias. Es todo un “remolino sin fondo”.   

 

Gracias a una inspiración (moción) del P. Pedro Arrupe, próximo santo, quiso que volviéramos a la fuente, es decir,  a la forma como el maestro Ignacio hacía conocer su experiencia. Y como “lo más original es volver al origen”, se volvieron a hacer en forma personalizada y allí, por fin, pude comprender el desorden de mi cosmovisión centrada más en mi YO, lógico e inseguro.

 

Mi acompañante me sentía como forzado, estaba peor que Mafalda, me dejó 10 días, profundizando sólo en el primer paso de los E.E. denominado “El Principio y Fundamento”, que quizá no lo había asimilado. Lo pasaba tan rápido... y poco a poco me di cuenta por qué con mucha lógica el maestro Ignacio, lo escribió al finalizar su proceso, pues, es la síntesis, el horizonte de toda su espiritualidad, su cosmovisión, el camino para "salvar el ánima" que yo entendía como si eso fuera para la otra vida y no para el presente, para el “Aquí-Ahora”. 

 

¿Quieres conocer o recordar su propuesta? Si la respuesta es positiva, sigue leyendo. Si no, “tranquis”, seguimos siendo amigos. Obviamente, se necesita tener fe, como "un granito de mostaza" para así "trasladar montañas".

 

Es sencillo escribirlo, más complejo vivirlo. Son tres verbos (acciones) y tres condiciones:

 

Tres verbos para ser feliz en esta cosmovisión

 

1. Tomar conciencia de que estas "siendo criado" para experimentar que eres amado ya que "Dios te amó primero" (1 Juan. 4,18); amor que ya está en lo más profundo de tu ser y te empuja, porque habita y acontece en ti. ¿Eres consciente? “No estás deprimido, estás distraído” (Facundo Cabral).

 

2. Colaborar con esa fuerza de amor, dejarte conducir, es decir, obedecer a esa voz de tu conciencia que si está bien formada, te lleva a vislumbrar un horizonte donde lo plenamente humano es divino, sin dualismos. Es el Dios encarnado en Jesús, el Cristo, el Señor de la historia quien tiene un proyecto a quien hay que conocer, experimentar y seguir.

 

3.  Y todo apunta hacia el servicio, a salir de ti mismo, a trascenderte, ya que "el que no vive para servir.... ". En esto consiste ser espiritual, trascenderte. Aquí está el secreto de tu verdadera felicidad.

 

Tres condiciones para transitar por este camino de plenitud

 

1. Tendemos instintivamente a absolutizar cosas, personas y diversas situaciones. La causa: somos inseguros y queremos ser pequeños dioses sin Dios. “Seréis como dioses”, tendencia innata que lleva al egocentrismo.

 

Entonces el Maestro te invita a relativizar todas las cosas aun cuando aparentemente parezcan como buenas, por ejemplo, es bueno trabajar, pero ¿vivir para trabajar? Es bueno pensar en tener una vida con salud y entre más larga, mejor; pero centrar todas las fuerzas sólo en la vida biológica, con ¿"casa-carro y beca"?

 

Te invito a que cantes con picardía: "De las tragas malucas, líbrame Señor". Las "tragas" esclavizan aun cuando moralmente no se ubiquen como malas. Que tan apegado al dinero, a la fama, al prestigio...

 

2. Saber discernir, creo que es el aporte más significativo del Maestro Ignacio. En lenguaje popular, aplicar: "Ni tan cerca que queme al santo, ni tan lejos que no lo alumbre", es decir, ubicar las relaciones con el entorno "Tanto-Cuanto" me lleven por ese camino de la plenitud.

 

En los Ejercicios Espirituales se aprende a discernir con el fin de colaborar mejor con el Proyecto del Padre Dios al estilo de Jesús sin importar las consecuencias. Su muerte salvadora fue una consecuencia de su fidelidad.  

 

3.   Saber tomar las mejores decisiones, no entre lo bueno y lo malo, esto se sobrentiende; sino entre dos cosas que son buenas y para ello, el modelo de plenitud es Jesús, en él está el fundamento de aquella palabra que tanto oímos, el "Magis Ignaciano", es decir, la decisión que me hace más imagen y semejante de Cristo.

 

En esta espiritualidad no se puede ser mediocre ni prepotente, ni orgulloso. La opción del Maestro de maestros, Jesús, fueron los vulnerables de su entorno histórico, como los enfermos, los (as) niños(as), la mujer, los pobres y pecadores. Como lo afirma el P. Pagola,  "Podemos decir sin temor a equivocarnos que la gran revolución religiosa llevada a cabo por Jesús es haber abierto otra vía de acceso a Dios distinta a lo sagrado: la ayuda al hermano necesitado”.

 

¿Qué tal? ¿Cómo te sientes después de haber leído esta propuesta? ¿Será posible?

 

Que disfrutemos la fiesta Ignaciana.

 

P. Julio Jiménez, S.J.

Promotor de la Espirtualidad Ignaciana